jueves, 1 de noviembre de 2012

HOMENAJE DEL CLUB ROTARIO DE QUITO AL C. DR. AUGUSTO BONILLA BARCO



Esta noche queremos rendir tributo y homenaje a Augusto Bonilla Barco, un gran caballero,  amigo y notable rotario, socio de este club por 56 años,  que ha partido. Un extraordinario médico, pionero de la cirugía y traumatología en el Ecuador que hizo del servicio su norte.
Como lo menciona Rodrigo Villacís Molina en Memoria Viva, en una amplia entrevista de carácter biográfico,  publicada en el 2007, la historia de Augusto no es sólo un relato de su vida sino también la historia de la ortopedia y la traumatología en nuestro país y, en gran medida, la historia de la medicina ecuatoriana.
Nacido en Ambato en 1919, el mayor de cinco hermanos, estudió la primaria en esa ciudad, graduándose de bachiller en el Colegio Mejía en Quito e ingresó en Medicina en la U. Central en 1939. Hace sus prácticas en el H. Militar y allí descubre su vocación de cirujano, luego de sus primeras cirugías.  Los mejores años de su carrera profesional se desenvuelven en este hospital, iniciándose como soldado enfermero y culminando como Coronel de Sanidad. Como se relata en el suplemento La Familia, del diario El Comercio, del 12 de Agosto en el artículo: Augusto Bonilla Barco: Médico, Catedrático y Rotario:
Cuando se desató la guerra con el Perú, en 1941, le tocó ir como soldado enfermero. Esta fue una experiencia amarga, en la que sintió la desesperación de salvar vidas. Al finalizar el combate, se reintegró a sus estudios y se graduó de médico en 1944. Dos días después de este evento se trasladó, becado, a Buenos Aires para hacer su especialidad. Ingresó al Instituto de Cirugía Luis Güemes; ahí pasó cuatro años y ganó el concurso para la beca Posadas.”
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Desde que regresó de Buenos Aires, prácticamente ha pasado por todos los hospitales del país. Volvió al Militar, donde en 1962 alcanzó la dirección. Antes, en 1951, se incorporó al Seguro Social como médico ortopedista y llegó a ser jefe del departamento de cirugía del Hospital Carlos Andrade Marín. También fue uno de los fundadores de la Clínica Pichincha y contribuyó con la construcción del Hospital Vozandes y ha viajado por medio mundo, operando y estudiando”.
El nombre del doctor Augusto Bonilla se pronuncia con respeto y admiración en muchos países, en donde ha ejercido la medicina y como catedrático universitario.   Ha sido miembro fundador de la Academia Ecuatoriana de Medicina, Presidente Vitalicio de la Sociedad Ecuatoriana de Ortopedia. Como un reconocimiento internacional a sus contribuciones científicas y médicas, el XIX Congreso Latinoamericano de Ortopedia y Traumatología, llevado a cabo en Venezuela en el 2004 llevó su nombre.  El Dr. Augusto Bonilla ha recibido numerosos reconocimientos, tales como el Premio Eugenio Espejo en Ciencias en 1989, la condecoración de la Orden Nacional al Mérito en 1987 y la condecoración en el grado de Gran Cruz del gobierno de Alemania, además de la máxima presea Rotaria, el reconocimiento Paul Harris de LFR. Fue miembro del Consejo Editorial del Diario El Telégrafo, en la época en que el Decano de la Prensa Nacional era un referente del periodismo serio de nuestro país.
Tuvo una larga trayectoria de 44 años como Profesor de Traumatología y Ortopedia en la Facultad de Medicina de la Universidad Central, siendo un innovador nato en las metodologías de enseñanza de su especialidad. En su carrera docente fue Director de la Escuela de Medicina, Director de la Escuela de Postgrado y Decano de la Facultad de Medicina.
Como lo decía Asdrúbal de la Torre en las honras fúnebres de Augusto el día de ayer, si hay algo que le caracterizó en toda su vida es la práctica de la amistad a través del servicio, en los años de vida rotaria en el Club Rotario de Quito.
Su padrino en el Club Rotario de Quito fue el Dr. Carlos Andrade Marín, médico brillante y distinguido hombre público. Trabajó intensamente  en programas de atención médica del Club a favor de sectores más necesitados de nuestro país. Fue Gobernador del Distrito en el período 1975-1976, representante personal del Presidente de RI en la Conferencia Distrital de Chile y brindó un aporte muy significativo en los programas de vacunación contra la Polio que permitieron que se erradique esta terrible enfermedad en el Ecuador. Colaboró muy activamente con la campaña mundial contra la Polio, participando en una misión internacional en Dacca, Bangladesh, para operar a niños sobrevivientes de la poliomielitis, que habían quedado seriamente afectados.
Hace pocos años, cuando había dejado de realizar cirugías, al conocer la encomiable labor del Centro Médico de Cumbayá, auspiciado por el CR Q Valle Interoceánico, trabajó como médico voluntario en su especialidad en ese centro rotario.
En el año 2007, poco tiempo después del lanzamiento de la obra Memoria Viva, su esposa Cumandá, me confió algunos ejemplares de esta obra, para que los comparta en el futuro con nuevos rotarios de nuestro Club; esta obra es el testimonio de vida y de servicio de Augusto. En esta noche de recordación, he querido cumplir con su encargo.
Para concluir compañeros, quisiera pedir un minuto de silencio, para honrar su memoria.
Gracias.
Fernando Andrade Vásconez
24.10.2012